Cinco reflexiones sobre el Simce
Los resultados del Simce han mostrado una abrupta caída en los puntajes de matemáticas y un retroceso también relevante en lectura. Al respecto, cinco breves reflexiones:
1. El proceso ha confirmado la importancia de contar con información de carácter censal (es decir, medición a todos los establecimientos). Durante 2022 las autoridades ministeriales y algunos expertos indicaban que no era necesaria ni conveniente la aplicación del Simce porque los colegios contaban con otros instrumentos, de carácter voluntarios. Sin embargo, ninguna de esas mediciones alternativas había logrado dimensionar ni alertar sobre la magnitud de la caída. Ha sido una prueba nacional la que nos permitirá enfocar los esfuerzos de acuerdo a la realidad década establecimiento. Eso no habría sido posible con instrumentos muestrales ni voluntarios.
2. Claramente, el foco debe volver a ponerse en los aprendizajes fundamentales y no en una agenda particular dela autoridad de turno. Las necesidades educativas de una persona son muchas; pero como sociedad no podemos esperar que la escuela las haga todas. Ya existen un currículum nacional suficientemente extenso y consensuado, que refleja nuestras inquietudes como sociedad: trabajemos sobre él y dejémonos, entonces, de “jornadas de reflexión” y “orientaciones” paralelas que con frecuencia promueven las autoridades al calor de ciertas coyunturas, pero que distraen a los establecimientos de su objetivo principal. Volvamos a lo esencial y punto.
3. Despejar la cancha. Es imposible cumplir la tarea educativa mientras los equipos directivos y docentes sigan hundidos en una maraña de regulaciones, formularios, decretos, instrucciones, muchas de ellas contradictorias entre sí. Por ya muchos años las autoridades han querido mostrar su preocupación por la educación dictando nuevas regulaciones, pero como dice el refrán, los cuidados del sacristán terminan matando al señor cura. Dejemos a los colegios hacer su labor: La Superintendencia y las Deprov debieran asumir un compromiso de simplificación regulatoria, que en el corto plazo permita a los equipos educativos dedicarse a educar y no a llenar formularios.
4. Recuperar la autoridad delos colegios, docentes y el compromiso de las familias. Como indica Carlos Peña en una columna (“Enséñame, si puedes”), la escuela no es un espacio de completa igualdad. Sin duda, todos tenemos la misma dignidad y derecho a un buen trato, pero el colegio es un lugar donde los estudiantes y sus familias) deben aceptar que hay alguien que tiene la autoridad y el deber de marcar una pauta, de rayar la cancha para poder cumplir su tarea de enseñar. Esto debe incluir, por cierto, la posibilidad de sancionarlas inasistencias reiteradas, injustificadas, los comportamientos disruptivos, entre otros. Por otra parte, las autoridades deben hacer conscientes a las familias sobre su responsabilidad en dar un ejemplo de resiliencia, esfuerzo y compromiso con la educación, a diferencia delo que se observa en muchos establecimientos, en que los apoderados se han convertido en el mayor dolor de cabeza de los profesores.
5. Institucionalidad. Como indicó un ex rector dela Universidad de Chile, la entrega anual de resultados del Simce se ha convertido en un rito de análisis y recomendaciones que en nada cambian el resultado del año siguiente, Algo no está funcionando en nuestra institucionalidad educativa. Se requiere pensar con urgencia en soluciones novedosas, profundas, que nos saquen de esta situación. El momento constitucional puede ser un buen momento para pensar "fuera de la caja".
*Fuente: El Austral
Escrito por Ignacio Illanes
Decano de la Facultad de Educación
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