Opiniones
Este dispositivo puede provocarles adicción, porque está diseñados para ello, así como algunas plataformas o algunas aplicaciones, dice Andrea Pardo, directora de la carrera Pedagogía Básica con menciones, de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes.
Al día de hoy, Chile no cuenta regulaciones legislativas ni orientaciones sobre el uso de celulares en establecimientos educacionales. Su regulación queda sujeta a lo que cada institución aplique en su respectivo manual de convivencia.
El ministro de Educación, Marco Antonio Ávila mencionó hace unos días, sobre el uso de celulares en clases, que es “fundamental el diálogo y el fundamento pedagógico. La tecnología llegó para quedarse y debemos aprender a utilizarla para el bien de la enseñanza”.
Para la académica y directora de Pedagogía Básica con menciones de la Facultad de Educación UANDES, “los niños, no han desarrollado todavía plenamente, su función ejecutiva. Esto es, la capacidad para hacer uso de su voluntad, para autorregularse y para poder posponer. Todas estas capacidades están en proceso de maduración”.
Es por esto, entonces, que el celular, lo que hace, es provocarles una adicción. Están diseñados para promover adicción, así como algunas plataformas o alunas aplicaciones como WhatsApp e Instagram. “Entonces, el niño no puede “pelear” contra un gran poderoso como el celular, no tiene capacidad ni herramientas para hacerlo”, menciona Pardo.
En este sentido, para la académica la adicción a celulares es poderosísima; por tanto, poner en la mano un celular a un niño en un colegio, es darle un espacio a alguien que no está preparado para eso. “Creo que no estamos entendiendo a nivel de educación infantil, crianza y a nivel escuela lo que implica el uso de los celulares y de las redes sociales”, dice Pardo.
Lo que se ha comprobado, es que los celulares muchas veces impiden que el niño pueda desarrollar la capacidad de juego, de la creatividad, del ocio e innovación; así como el de las habilidades socioemocionales, que tiene que ver con la capacidad de empatizar, de contacto social y de responder frente a la necesidad de otro.
Para la académica “el celular pasa a ser una barrera para estar con otros y con uno mismo; porque, en definitiva, tú no estás contigo mismo, estás con un aparato en el que estás todo el tiempo interactuando de manera automática. Lo que se ha observado hasta ahora, es que el trabajar con celulares interfiere en las funciones ejecutivas, más aún, en los niños chicos”.
*Fuente: El divisadero.
