La consistencia (o estar de acuerdo con uno mismo)
Carlos Caszely dejó varías herencias para la historia: marcó 208 goles por Colo Colo, fue el primer futbolista expulsado con tarjeta roja en una Copa del Mundo y pronunció la frase “no tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso”.
La cita puede resultar hilarante, pero representa de manera anecdótica uno de los pecados más comunes que afectan la comunicación efectiva: la inconsistencia. Decir hoy una cosa y mañana otra. O lo que es peor: decir una cosa y actuar de manera disociada.
La inconsistencia mella la credibilidad de cualquier mensaje. No solo le resta crédito, sino que muchas veces lo invalida como contraparte.
Lo que en la esfera privada puede ser una contradicción puntual e inofensiva, en la esfera pública puede llegar a amplificarse hasta generar crisis insospechadas. Con la digitalización de la información las frases de hace un año, un lustro o una década recobran vida en apenas unos segundos. Bien lo saben candidatos a ministros que no han llegado a asumir. Pero también hay casos más actuales.
De gira por Europa, el Presidente Gabriel Boric cuestionó este viernes 21 de julio el rol que ha tenido la oposición en el último tiempo, planteando que “tratar de desestabilizar al gobierno de manera permanente no contribuye a la solución de los problemas”.
El gobierno de su antecesor Sebastián Piñera estuvo por las cuerdas. No solo por el estallido social y delictivo, sino por la implacable oposición que tuvo el sector liderado por el entonces diputado Boric: sus partidos presentaron ocho acusaciones contra el ex mandatario y sus ministros. La misma moneda que ocupó quien hoy lidera la otra Moneda.
El sector empresarial también ofrece ejemplos de libro. A fines de octubre de 2019, atemorizados por una revuelta social que no sabían interpretar ni mensurar, el entonces presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Alfonso Swett, dijo que los empresarios debían ser parte de la solución: “Sabemos que tenemos que agrandar nuestras manos y meternos las manos al bolsillo... y que duela”, sostuvo en un parafraseo de la famosa expresión de san Alberto Hurtado.
No pasaron cuatro años cuando, en medio de la discusión de la reforma tributaria, el actual presidente de la CPC, Ricardo Mewes, cuestionó cualquier opción de subida de impuestos a las empresas... pese a que incluso existió una relativa apertura inicial expresada semanas antes.
Parte fundamental de la falta de credibilidad de la clase dirigencial, especialmente la política y la económica, descansa en la incapacidad de mantener consistencia en el tiempo.
Escrito por Cristián Rodríguez
Centro de Estudios de la Comunicación (ECU), Universidad de los Andes
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