10 recomendaciones para enfrentar situaciones de temor y angustia provocados por la inseguridad
Luego de conocer los resultados de la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana 2023 (Enusc) y del Centro de Estudios Públicos (CEP) de noviembre, donde un 90,6% de las personas sondeadas asegura estar muy atemorizada de ser víctima de un delito, la percepción y sentimiento de inseguridad es uno de los principales temas que más preocupa a la sociedad chilena. Al respecto, la académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes, Consuelo San Martín, manifestó que el temor y angustia requieren de esfuerzos conductuales y cognitivos para dominar, reducir o tolerar demandas externas e internas.
Es crucial evaluar en qué medida estos sentimientos persisten. Si impiden llevar una vida normal, consultar a un profesional es importante. El enfoque debe estar en intervenciones que «reduzcan» o normalicen estos sentimientos, con el objetivo de hacerlos menos angustiosos y que interfieran menos en la vida diaria. Eliminar completamente la ansiedad no es deseable ni posible, ya que es necesaria para la supervivencia, pero su reducción a niveles normales es el principal objetivo del tratamiento, enfatizó San Martín.
La psicológica explica que, aunque es normal sentir miedo y ansiedad ante amenazas como la delincuencia, estos sentimientos se convierten en un problema cuando persisten en el tiempo y nos hacen evaluar de manera errónea o exagerada el peligro. Esto resulta en una mayor sensibilidad a estímulos negativos y dificultad para recuperar la calma, incluso en contextos seguros.
La profesional afirma que existen fórmulas de autoayuda para enfrentar estas situaciones. “Es común que las personas modifiquen su comportamiento como una respuesta de miedo, como evitar salir de noche. Aunque esto puede brindar alivio a corto plazo, a largo plazo puede intensificar el miedo y el aislamiento social. Las conductas de evitación, al no permitirnos enfrentar y reaprender de las situaciones, pueden perpetuar y aumentar el miedo”.
Para abordar la problemática, la académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes, entrega las siguientes recomendaciones para adoptar estrategias prácticas y reflexivas:
- Evaluación de riesgo: Junto con la familia o seres queridos, evaluar objetivamente si ciertas situaciones representan un peligro real. Evitar situaciones de forma rígida sin una evaluación previa puede aumentar la ansiedad.
- Gestión de la información: Informarse a través de fuentes confiables y limitar la exposición a noticias negativas. Esto incluye reducir la búsqueda de información sobre delitos y asaltos, optando por medios que se centren en una variedad de temas.
- Consulta a expertos: Para obtener una perspectiva más equilibrada, buscar opiniones de expertos y estudios sociológicos, a través de podcasts, diarios, radios y sitios web académicos y científico.
- Evaluación de situaciones: Analiza cada situación individualmente para determinar si representa una amenaza real. Evitar situaciones que nos dan miedo indiscriminadamente puede agravar el problema.
- Enfocarse en lo controlable: Dedica energía a aspectos que puedes manejar, como, por ejemplo, tener tus números de emergencia a la mano.
- Compartir experiencias: Hablar con familiares o amigos sobre tus sentimientos y preocupaciones puede ser reconfortante. Al compartir, te das cuenta de que no estás solo en tus experiencias.
- Buscar ayuda profesional: Si tu miedo o ansiedad se vuelve abrumador e incontrolable durante más de dos o tres semanas, considera buscar ayuda profesional.
- Prácticas de relajación y meditación: Integra ejercicios de relajación o meditación en tu rutina diaria, como la atención plena en la respiración. Esto ayuda a centrarse en el presente y a manejar emociones desbordantes.
- Desafiar pensamientos negativos: Interroga tus miedos y ansiedades. Pregúntate sobre la probabilidad real de que ocurran tus preocupaciones y qué recursos tienes para enfrentar esas situaciones si suceden.
- Evitar traspasar los miedos o angustia a los niños: La ansiedad en la niñez puede aumentar la probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad en la adolescencia. A su vez, estos trastornos pueden elevar el riesgo de experimentar episodios de depresión y ansiedad en la adultez. Se ha observado que niños con cuidadores ansiosos a menudo desarrollan una generalización del miedo; es decir, su miedo se extiende a situaciones o estímulos más amplios que el objeto de miedo original.
Finalmente, Consuelo San Martín explicó que el miedo y la ansiedad constantes pueden impactar significativamente nuestras relaciones personales y familiares. “Podríamos preocuparnos excesivamente por la seguridad de un ser querido, hasta el punto de discutir por no tomar las precauciones que consideramos necesarias. Este tipo de comportamiento puede generar tensiones, ya que olvidamos que no todo está bajo nuestro control. Por lo tanto, es crucial adoptar una actitud flexible y entender que cada persona tiene su manera de percibir y enfrentar los riesgos”.
*Fuente: El Reportero de Iquique
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