Aprovechemos las clases
Las clases no son todo, pero están en el centro de la enseñanza. Por eso, si uno quiere formar bien su cabeza necesita aprender a sacarles partido, en especial si perteneces a una generación, como es tu caso, que ha sufrido un daño cultural severo a causa de la pandemia. Es incómodo decirlo, pero es así.
Las clases importan, y mucho. ¿Pero no hay, acaso, profesores malos? Por supuesto que sí. Ahora bien, aun el peor de los profesores sabe más que tú; esto significa que puedes aprender de él. Además, muchas veces he visto a estudiantes que, con el tiempo, descubren que un determinado académico era, en realidad, una persona muy relevante desde el punto de vista intelectual. Quizá no tenía muchas dotes pedagógicas o los alumnos simplemente no estaban preparados para él.
En principio, el hecho de que el profesor sea mano no es una razón para dejar de asistir a sus clases. Además, no te olvides que no estás simplemente en el camino para adquirir un título, los estudios tienen que ver con la formación del carácter. Una de las asignaturas más importantes de la vida consiste en aprender a hacer cosas cuando uno no tiene ganas. Los animales sólo se mueven por aquello que les apetece, los seres humanos podemos sobreponernos a nuestros gustos. Una persona capaz de eso es mucho más libre que otra que sólo actúa en virtud de lo que resulta apetecible para ella.
Ahora bien, no basta con asistir a clases, hay que estudiar en ellas. Esto parece obvio, pero al menos en las carreras humanísticas es posible tomar apuntes en una clase mientras la cabeza está en cualquier parte. Siempre hay alguien que toma buenos apuntes y la tentación de estudiar por ellos es grande, pero tiene el peligro de que te relajes en clases. Como en el fútbol, en el estudio hay que mojar la camiseta. La clase es una experiencia que exige al intelecto. Por supuesto, nunca veas en clases el celular. No hagas excepciones.
Si pudiera convencerte de una sola cosa, te propondría la siguiente: estudia todas las tardes la materia que viste en la mañana. Evita que empiece operarla llamada “curva del olvido”. Si no tocas la materia durante dos o tres semanas, después se te presentará como un terreno desconocido. En cambio, si la mantienes fresca, estarás en clases con otra disposición, y con un pequeño esfuerzo podrás retener mucho.
Dicho con otras palabras: supongamos que en un ramo tienes clases dos veces por semana; si llegas a la clase del miércoles sabiendo bien lo que vieron el lunes entenderás mejor lo que diga el profesor, sin tanto esfuerzo captarás mucho más.
Ten en cuenta que hay varios niveles de comprensión de una clase. Si no tienes la materia bien metida en la cabeza te quedarás sólo con las líneas gruesas. Por el contrario, si sabes bien de qué se trata captarás los matices, podrás gozarlas clases. Sí, gozarlas.
Muchas veces los profesores decimos cosas que nos ha tomado muchos años el aprenderlas. Cada alumno recibe lo que quiere, unos mucho, otros más bien poco. Esto tiene que ver con el objetivo que uno se pone. Parece lo mismo, pero se puede estudiar para aprender, o para aprobar un examen o conseguir una nota. Lo he visto muchas veces: una persona puede sacarse un 7 si se mata estudiando un par de días y le preguntan lo que recordaba, pero cuando tenga un problema en la vida profesional lo único relevante será si sabe o no sabe. Lo que se estudia a toda carrera se olvida a toda carrera.
Todo lo anterior te llevará a una cosa muy interesante: podrás descubrir la belleza que está escondida en cada materia. Te sugiero que apliques el siguiente principio: si un ramo no te gusta, la falla no está en esa asignatura, sino en ti, porque no sabes ver su atractivo. Piensa que si un profesor dedica su vida una materia eso sólo puede significar una de dos cosas: 0 es un masoquista o esa asignatura tiene una belleza que tú no has descubierto. Dadas nuestras limitaciones, es imposible que gocemos con todo, pero sino gozas con un buen número de materias significa que aún no sabes estudiar. Afortunadamente, esa deficiencia tiene arreglo.
*Fuente Diario Austral de Temuco
Escrito por Joaquín García-Huidobro
Académico del Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes